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Cuando los israelitas vieron la gran cantidad de soldados enemigos, perdieron todo su valor y trataron de esconderse en cuevas, en fosos, en peñascos, en excavaciones y en cisternas. También algunos cruzaron el río Jordán y huyeron a la tierra de Galaad. Mientras tanto, Saúl se quedó en Gilgal, y los que estaban con él temblaban de miedo ante lo que les esperaba. Samuel le había dicho a Saúl que esperara siete días hasta su llegada, pero como todavía no llegaba y los soldados estaban desertando rápidamente,

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