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2-4 Jeroboán, que todavía estaba en Egipto, a donde había huido del rey Salomón, se enteró de la muerte de este y de la coronación de Roboán, por medio de sus amigos. Entonces las tribus del norte de Israel le pidieron que fuera con ellos a Siquén. Así que Jeroboán y los israelitas fueron a ver a Roboán, y le dijeron:

―Tu padre fue un amo muy duro. No te queremos por rey, a menos que prometas tratarnos mejor de lo que él lo hizo.

Roboán les contestó:

―Denme tres días para pensarlo. Al cabo de ese tiempo regresen, y les daré mi respuesta.

Y el pueblo se fue. Roboán habló del asunto con los ancianos que habían aconsejado a Salomón, su padre.

―¿Qué me aconsejan ustedes que le responda a esta gente? —les preguntó.

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