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25 Y sucedió que en el quinto año del rey Roboam, Sisac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén(A).

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Y sucedió que en el año quinto del rey Roboam, debido a que ellos habían sido infieles al Señor, Sisac, rey de Egipto(A), subió contra Jerusalén(B) con 1,200 carros y 60,000 hombres de a caballo. Y era innumerable el pueblo que vino con él de Egipto: los libios, los suquienos y los etíopes(C). Y tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén(D).

Entonces el profeta Semaías(E) vino a Roboam y a los príncipes de Judá que se habían reunido en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: «Así dice el Señor: “Ustedes me han abandonado, por eso también Yo los abandono(F) en manos de Sisac”». Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: «Justo es el Señor(G)».

Cuando el Señor vio que se habían humillado, vino la palabra del Señor a Semaías, diciendo: «Se han humillado; no los destruiré(H), sino que les concederé cierta libertad y Mi furor no se derramará(I) sobre Jerusalén por medio de Sisac. Pero serán sus siervos para que aprendan la diferencia entre servirme a Mí y servir a los reinos de los países(J)».

(K)Subió, pues, Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa del Señor y los tesoros del palacio del rey. De todo se apoderó; se llevó hasta los escudos de oro que había hecho Salomón(L).

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