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Saludo

Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos que viven como extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. A ustedes, objeto del designio amoroso de Dios Padre y consagrados por medio del Espíritu para que obedezcan a Jesucristo y sean purificados con su sangre, les deseo gracia y paz en abundancia.

I.— UNA HERENCIA RESERVADA EN LOS CIELOS (1,3-12)

Viviendo en esperanza

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo triunfante de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente, a una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera. Una herencia reservada en los cielos para ustedes a quienes el poder de Dios asegura, mediante la fe, la salvación que ha de revelarse en el momento final. Por eso viven alegres, aunque por un poco tiempo todavía sea necesario que soporten la aflicción de múltiples pruebas. Claro que así la autenticidad de la fe que ustedes profesan —de más valor que el oro, que no deja de ser caduco aunque sea acrisolado por el fuego— será motivo de alabanza, de gloria y de honor, cuando se manifieste Jesucristo, a quien aman y en quien confían aun sin haberlo visto. Ustedes se alegrarán, con un gozo inenarrable y radiante, al recibir la salvación, meta de la fe.

Una salvación anunciada

10 Acerca de esta salvación indagaron e investigaron los profetas cuando anunciaban los bienes que Dios tenía destinados para ustedes. 11 Pretendían así averiguar a qué persona y a qué tiempo se refería el Espíritu de Cristo, que alentaba en ellos, cuando anunciaba de antemano lo que Cristo había de sufrir y la gloria que seguiría a tales sufrimientos. 12 Y se les reveló que lo que ahora les anuncian a ustedes quienes les proclaman el mensaje evangélico con la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo, lo llevan a cabo no en su provecho, sino en el de ustedes. Anuncio este que los mismos ángeles están deseando contemplar.

II.— UN NUEVO ESTILO DE VIDA (1,13—2,18)

Llamados a una vida nueva

13 Tengan, pues, a punto la mente; no se dejen seducir y pongan toda la esperanza en el don que les traerá la manifestación de Jesucristo. 14 Como hijos obedientes, no sometán sus vidas a las apetencias de antaño, cuando aún vivían en la ignorancia. 15 Por el contrario, compórtense en todo santamente, como santo es el que los llamó. 16 Pues así lo dice la Escritura: Sean santos, porque yo soy santo.

17 Y, si llaman Padre al que juzga a todos sin favoritismos y según su conducta, compórtense fielmente mientras viven en tierra extraña. 18 Deben saber que han sido liberados de la estéril situación heredada de los mayores, no con bienes caducos como son el oro y la plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, cordero sin mancha y sin tacha 20 que, existiendo desde antes de la creación del mundo, se ha manifestado al final de los tiempos para el bien de ustedes. 21 Gracias a él, creen en Dios, que lo resucitó triunfante de la muerte y lo llenó de gloria para que de esta manera la fe y la esperanza que ustedes tienen descansen en Dios.

Invitación al amor fraterno

22 Ustedes, obedientes a la verdad, han eliminado cuanto impide una auténtica fraternidad. Ámense, pues, intensa y entrañablemente unos a otros 23 ya que han nacido de nuevo, no de un germen mortal, sino de uno inmortal, mediante la palabra de Dios viva y permanente. 24 Porque está escrito:

Todo mortal es como hierba;
toda su hermosura como flor de hierba.
Se agosta la hierba y cae la flor.
25 Pero la palabra de Dios perdura para siempre.

Y esta es la palabra que les ha sido anunciada como buena noticia.

Salutación

Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

Una esperanza viva

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 12 A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.

Llamamiento a una vida santa

13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.(A) 17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 24 Porque:

Toda carne es como hierba,

Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.

La hierba se seca, y la flor se cae;

25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre.(B)

Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.