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Más tarde, la hija del rey de Egipto bajó a bañarse al río. Mientras caminaba por la orilla con sus sirvientas, vio la canasta en medio de los juncos y mandó a una de sus sirvientas que fuera a traerla. Cuando abrió la canasta, y vio al niño llorando, le dio lástima. Sorprendida gritó: «¡Es un niño israelita!»

En ese momento la hermana del niño salió y le dijo a la princesa:

—¿Quiere Su Majestad que llame a una mujer israelita para que alimente y cuide al niño?

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